martes, 6 de septiembre de 2011

23:49

Esta tarde estuve algo ocupado; puse la radio para escuchar algo de que pasa en el mundo; peor no podía ser. La red de radioaficionados se desmorona lentamente; el único Argentino que encontré está en San Luis, el cual dice que está atrapado en el sótano de su casa; los mierdas estos, dice, me tienen acorralado, se metieron en mi casa y ahora campan a sus anchas. Pobre tipo, está solo, nadie lo puede ayudar y posiblemente termine muriéndose de hambre, o se vuelva loco. Al menos se puede comunicar con otros, los cuales no están mucho mejor; nombra un total de catorce contactos, de los cuales once no responden, dos que se están quedando sin electricidad para hacer funcionar sus equipos, uno que le dijo que cuando salió a buscar comida fue mordido, el único con el que sigue en contacto le dice que reventó el embalse rio hondo; se inundó todo el pueblo y tuvo que refugiarse en el techo de la iglesia, a media cuadra de su casa. Por lo que cuenta, no tuvo mucho problema con los muertos; no se cruzó con ninguno, que suertudo. Al menos tiene un bote inflable; pierdo comunicación si me voy en el bote, dice, pero voy a tratar de aguantar cuanto pueda. Ante tal panorama, apagué la radio y traté de dormir, pero no pude. La verdad me pasé caminado por toda la casa, hasta por el patio; la verdad este lugar empieza a ahogarme. Voy a tratar de escribir todo lo que pasó, me es muy difícil, pero este diario es mi única forma de desahogo. Después de reventarle la jeta (escuché bien clarito sonar un par de huesos) me eché para atrás; lo cual hizo que cerrara la puerta, que pelotudo. Se veía muy poco, casi toda la casa estaba en una penumbra, mucho más aterrador, que mierda. Saqué la nueve y apreté el gatillo, apuntando al bulto, el ruido fue ensordecedor; los oídos me chiflaban, no estaba seguro de haberle dado en la cabeza, así que disparé, una, dos, tres veces; francamente estaba como ido. Me apoyé contra la puerta, si en ese momento hubiese otro en la casa, me almorzaba sin ningún drama. Tras unos segundos me recuperé; salí al patio, el ambiente de la casa era hediondo. Cuando uno piensa que las cosas no pueden estar peor, empeora, es una de las leyes de Murphy, acá tengo el libro. Se escuchó un sonido como de metal chirriando, seguido de, como decirlo, zapatazos y a continuación, vidrios rotos y metálicos; ahí recién caí, rompieron la famosa persiana inviolable, seguro que por el batifondo que metía yo, o sea que vienen por mi, que mierda! . No lo pensé dos veces, salté el paredón y eché a correr; el arpón estaba descargado, las recargas estaban en la mochila, me la puse al hombro, no había tiempo de recargar, ahora tenia que correr. Con la pistola en la mano, listo a meterle un plomo al primero que me cruce. Ya en la calle, pude ver la escalera por donde vine; pero como a veinte metros, vi a tres de esos; venían desde el norte, atraídos por los demás, mas que obvio; no podía esperar a que pasaran, a una cuadra venían mas, muchos mas. Eché a correr, pero a los dos metros se giraron directo hacia mi, aminorando la marcha disparé tres veces, los tres tiros en la cabeza, estoy empezando a creer que se me da muy fácil esto de disparar; pegué dos saltos y le di una patada a la escalera. Desde el techo vi como una veintena vino a reemplazar a los tres caídos; al final perdí un paso muy importante, voy a tener que pensar de donde saco comida, por suerte todavía tengo para dos meses y medio, si la hago durar. Lo bueno de todo esto, es que pude probar que son ciegos, se guían por sonido, probablemente identifiquen por olfato. Lo mejor de todo es que me saqué las ganas de disparar, si pongo cuidado en que no me agarren por sorpresa, tengo buenas posibilidades de salir ileso en un enfrentamiento con esos marranos.

15:36

Ahora que me doy cuenta, me mande tremenda cagada; al final perdí la única fuente de alimento cercana, todo por un poco de acción. Había cerca de doscientos “zombis” en el frente del súper, la persiana, por muy reforzada que sea, no iba a soportar tal embate por mucho; así que me bajé por donde subí; el cadáver de esa mujer seguía queriendo salirse, en cuanto puse un pie en el patio, cambio de dirección; pude ver muy claramente como el contorno de la reja se había marcado en la frente de su cara, ¿es que no le dolía en lo absoluto?. Es como si no se enterara, ni tuviera consciencia. Me descolgué el arpón que llevaba en bandolera y le disparé, el proyectil entro apenas por arriba del ojo derecho, quedando incrustado casi por completo; que asquerosidad. En la calle, los infectados seguían chocando contra la reja, en cualquier momento se venía abajo; al menos quería revisar esa casa, ya que no pude entrar al boliche. Ahí cometí el segundo error; de tanto ver pelis de muertos vivos, policiales y de guerra, ya debería saber que no se entra a un lugar desconocido así nomás; pero entré como pancho por mi casa y no lo vi hasta que lo tuve encima; no medía más de un metro y pico, un chico, nena más bien, todavía puedo sentir sus brazos, me agarró la pierna izquierda a la altura del muslo y con su otra mano la pistolera; en ese momento la imaginaba bien clarito con la boca abierta, a punto de arrancarme la vida a tarascones. Una mezcla de miedo, adrenalina y asco me impulsó a actuar; con toda la fuerza que pude le di un rodillazo en la mandíbula, supongo.

Sábado 9

1:54
Estaba en una situación bastante compleja; tenía que salir de ahí pero a las chapas, pero por algún motivo, quise saber que había pasado. Con cuidado de no caerme y romperme la cabeza, subí por el borde del paredón hasta saltar al techo del edificio; la escena que tenía ante mis ojos… no sé como, bueno, una horda de infectados se agolpaba contra el frente del local, debían ser como cien, bien pegados uno encima del otro; no habría cabida para un alfiler, más allá en la esquina de una calle que sale en diagonal estaba el vehículo en el que vino esa pobre gente; una ranger 4x4 con una casa rodante, ahora volcada. La camioneta estaba empotrada contra un árbol de los que están a orillas del canal de riego, una de las puertas traseras estaba abierta y todas las ventanas rotas; además, creo que había sangre cubriendo el volante, no sé bien ya que estaba a por lo menos treinta metros. Lo que si vi muy bien fue a un grupito de treinta de esos forros del otro lado del arroyo; ahí hay una compuerta que en verano desvía agua para el canal, me acuerdo ya que un par de veces fui a meterme en los días calurosos de enero. Pero el hecho es que estaban al borde del arroyo, hay una caída fea como de dos metros y tres de una orilla a otra; ninguno saltó o se metió al agua, sin embargo algunos caían ya que los de atrás chocaban con los de adelante; cinco metros mas a la derecha, un pequeño puente ferroviario de diez metros de largo era cruzado por algunos de los muertos; lo peor fue ver como dos nenes chiquitos trataron de cruzar, pero al no poder coordinar los pies correctamente, fueron a parar al fondo, se cayeron entre los durmientes. La verdad no sé que me pasaba por la cabeza en ese momento pero de haberlo pensado seguro que no lo hacía; desenfundé la pistola y le disparé a uno de esos forros, elegí ese porque daba vueltas como un trompo en el medio de la calle, le rajé el marote al malparido. Ni hablar de lo que se armó; los que jodían contra la persiana se paralizaron al momento y a continuación levantaron los brazos al cielo, los que estaban alrededor de la camioneta se sumaron a los que estaban abajo; pero lo mas interesante fue ver a los que venían del otro lado del puente; algunos cortaron camino en diagonal, pero fueron de cabeza al agua, unos quince cruzaron en línea recta, hubieran ido todos al fondo, de no ser porque el primero caía mientras se sostenía con las manos de los durmientes, el segundo pasaba por encima y caía a lo largo, entonces el tercero les pasaba caminando por encima; con ese sistema pasaron al menos nueve, grandísimos conchudos.

miércoles, 31 de agosto de 2011

20:43

Era una mujer mayor, en la cara tenia una herida bien fea; parecía como si le hubieran arrancado de cuajo la mejilla izquierda. Había roto la ventana con las manos, así que posiblemente pueden ver, vaya mierda. Estaba tratando  de sacar los brazos por la ventana, por suerte ambas tienen rejas; durante unos breves segundos pude verla muy bien; como a todos los infectados, tiene las venas bien marcadas, la piel pálida tirando a amarillenta y sus ojos como dados vuelta, como si la córnea estuviera donde debería estar el ojo; por fortuna ( aunque no tengo idea de por qué ) estos muertos no gritan o aúllan como los del cine, ni un ruido o gemido, solo al arrastrar los pies o chocar con algo, será que se guían por el oído y el olfato, no sé, pero meten más miedo que los zombis, es muy escalofriante el que no pronuncien nada. En fin, la vieja estiraba los brazos y empujaba con la cabeza hacia adelante intentando agarrarme, decidí probar mi teoría, ya que parecía que por mucho que empujara, no iba a romper la reja; me deslicé sin el menor ruido hasta situarme a su derecha… nada, parecía que le atraía la atención los ruidos que metía esa gente en la calle, hasta que en un momento se quedo como paralizada; era algo bastante cómico, con los brazos estirados, como esperando que le cayera algo del cielo, hasta que se giró para mi lado y empezó a tirar manotazos de ahogado. El cagazo que me pegué no se puede describir, caminé para atrás y me enredé con mis propios pies, caí de culo al suelo, me levanté y la lo recagé a puteadas al bicho-loquesea esa cosa. En la calle ya se oía los gritos desesperados de esa gente; yo también los escuchaba, el sonido de muchos pies arrastrando por el pavimento, también por tierra. En un instante, el vehículo pegó una acelerada, las personas ( dos o tres ) que intentaban abrir el mercado a patadas, se dieron cuenta de que se iban sin ellas, así que gritaban pidiendo que los esperen; a los pocos segundos oí unos alaridos que me helaron; los habían agarrado, los “zombis”. Era algo horrible de escuchar, aplastaban la persiana, los despedazaron, seguro.

viernes 8 de julio

15:46
He sido testigo de lo peor del ser humano, si matar a alguien está mal, dejar morir es peor; ayer me propuse salir de mi comodidad e ir al supermercado más cercano, está a dos cuadras, lo atendía un cordobés muy simpático que siempre tenia el boliche lleno de mercadería. Aunque tengo comida para llegar hasta fines de septiembre, quise probar suerte; se que suena de locos pero tarde o temprano voy a tener que salir de acá, así que prefiero empezar de a poco, viajes cortos a poca distancia por lugares conocidos. Con lo que no contaba era que las personas se comportan de manera estúpida y egoísta también, ante una situación desconocida para ellas… bueno, preparé lo que iba a llevar; ropa deportiva, cómoda, una mochila negra de treinta y cinco litros, más una linterna que lleva dos pilas AA, el arpón y la pistola. Pude recuperar la pistolera del gendarme, así que podía llevar la nueve con comodidad; subí por atrás al techo de una casa vecina, ahí ya había visto una escalera de madera tipo de albañil, pensaba apoyarla en el suelo y bajar a la calle para saltar por un paredón de no más de dos metros en la vereda de enfrente; tras eso correr por veinte metros de césped parquizado ( ni idea de por que está ahí ) saltar otra pared que da al área de deposito del mercado. Todo eso es fácil para una persona en un estado físico relativo; pero yo no soy de esos, aunque creo que si me corre un no muerto no paro hasta Ushuaia. Me subí al techo pero cuando eché un vistazo a la calle lo vi; uno de esos, claro, una chica rubia, como de veinte años vestida con jean negro y remera blanca, tenía varias pulseras en la muñeca derecha, pelo lacio hasta los hombros. No le eché más que un vistazo pero tengo bien grabado como era. Esto me jodía todo el plan; si o si tenía que pasar por ese lado. Volví y traje la ballesta, cargué una flecha y apunté con cuidado, estaba directo en frente, no hice ningún ruido, así que imagino que no verán; el flechazo le dio en medio de la frente, cayó hacia atrás sin decir mu, solo el sonido apagado del cuerpo al caer en la tierra, rápidamente, después de comprobar que no había mas de esos por la calle, bajé la escalera. El escalón más alto sobresalía a la altura del techo, si cuando volvía me seguía algún muerto, no tenía más que darle una patada. Crucé la calle como un cohete, salté y corrí hasta llegar al paredón que da a la parte de atrás del súper, mire para todos lados y parecía que no me habían visto; subí arriba de la pared y del otro lado nada, pasé, vi que hay una casa que parecía vacía y fui derecho a la puerta de atrás del local. La puerta estaba cerrada, pero que estúpido, como no se me ocurrió?. Mientras estaba parado ahí como un pasmarote escuché el rugido de un vehículo, una camioneta posiblemente; paró con el motor en marcha, parecía que estaba del otro lado, en la entrada del supermercado. No pasaron ni cinco que ya se escuchaban voces, voces humanas, aunque sonaban bastante apuradas, alguien gritaba:-vamos vamos!, a lo que otra voz que sonaba a alguien mayor contradecía:-pero si esta cerrada!-pero que mierda!; seguido de un ruido como si estuvieran sacudiendo la persiana, la del frente del supermercado!. Esos estúpidos la estaban agarrando a patadas, como si fuera cartón o madera; ya la conocía bien, una vez que fui a comprar temprano, recién había abierto y vi como le costaba levantarla, era especialmente gruesa y muy pesada; antivandálica, me dijo el dueño, para romperla, hay que chocarla con un auto a cincuenta al menos
-no me van a chorear como en el 2001- me había dicho muy sonriente; aún hoy siguen sin robarle, felicidades. Estaba apoyado contra la puerta trasera, la cual era tan inviolable como la del frente, escuchando como intentaba esa gente conseguir de comer, hasta que un ruido a vidrios rotos vino desde atrás; por una de las dos ventanas del frente de la casa asomaba un par de brazos y una cabeza; uno de ellos, un infectado, y me estaba viendo directamente a mi.

21:46

Solo comí unas galletas marineras con sprite, no estoy con ganas de comer, siguiendo con mi inspección, o hurto, según; la última vivienda que da a la pared norte son cuatro departamentos, por donde disparé para distraer a esos malparidos; ahí tuve que recurrir a la fuerza, un cortafrío y una palanca me abrieron las puertas, el primero ( contando desde donde entré ) tenía unos cincuenta dvd’s, nada de comida o armas, el segundo olía a podrido, dentro encontré un freezer de un metro de alto por sesenta; al tope de comida congelada, inútil, todo era para tirar. En el tercero una bolsa de golf con seis palos, media botella de ron y dos vinos neuquinos, los palos se deformarían al primer golpe, pero la bolsa está buena. En el último, que está más cerca de la calle, mucha papelería, una netbook, un horno de pan y una play tres; de esa casa tomé un par de cuadernos y lápices y lapiceras con las cuales escribo ahora; el horno de pan y la netbook a ver si encuentro algo. Saltando la pared de atrás solo hay una casa donde vivían un par de vagos; cuando fui a ver que encontraba, la casa estaba toda revuelta, los cajones por el suelo, un par de cables en donde habría una PC, los sillones dados vuelta y en la cocina varios platos rotos; presentía que algo grave pasó ahí, me colgué el arpón al hombro y amartillé el .38, nadie me iba a joder; estando la planta baja despejada, subí con precaución al primer piso, nada, el mismo revoltijo que abajo, las camas desparramadas, los cajones de la ropa por el suelo. Seguro habían sido chorros, estúpidos; bajé a la cocina y era tal como pensaba; se habían llevado lo electrónico, la ropa de marca, las joyas y plata, vaya nabos, para ese entonces tenía plena conciencia de que el mundo cambió radicalmente en el último mes; tenía que ser silencioso y discreto para sobrevivir, la comida en lata valdría mas que una consola de ultima generación, y el agua potable su peso en oro, esa clase de gente no se dio cuenta, por eso sobrevivieron hasta la caída de la civilización. Tal vez porque siempre fui muy independiente, un solitario, esa podría ser la explicación de porque sigo vivo, hay que adaptarse, moverse rápido y en silencio pasaron a ser las reglas de oro en este nuevo mundo, el mundo del Apocalipsis, del armagedón o como mierda sea… mejor voy a tratar e dormir, para mañana tengo pensado salir de la manzana y tratar de llegar al supermercado del cordobés.

20:25

Me he pasado la tarde comprobando el perímetro de donde estoy, pienso que estoy relativamente a salvo, en el caso de que me rodearan por el frente, solo tengo que saltar los paredones sur u oeste y escapar por ahí, como y a donde es otro tema. Esta casa da a una calle de tierra con vista al este, a dos cuadras de distancia, hacia arriba y abajo están las calles Belgrano y San Martin respectivamente; las cuatro calles de esta manzana son de tierra, a Farizano no le importaba mucho este barrio que digamos, jeje. Saltando el paredón sur, hay unos departamentos, o mejor dicho, covachas; son cuatro en planta baja y uno arriba, que uso como morgue, ya los revisé a todos, no conseguí demasiado, ropa que no me queda, electrodomésticos que ya no tienen utilidad y varios kilos de frutas y verduras, en su mayoría en estado de descompocision, solo safan siete manzanas; por otra parte, bajo una cama, encontré una caja de balas calibre .38, que me vienen como anillo al dedo ya que al revolver solo le quedan cuatro, además, ahí mismo había un aire comprimido y varios envoltorios que bien podrían ser porros, vaya vecinos. Ah, y como doce botellas de cerveza; se conectan a la calle a través de un pasillo de un metro de ancho y seis de largo, hay  una puerta de chapa a la entrada y al final una de rejas negra (eso lo utilicé de ratonera). Más allá hay tres casas más, pero todavía no entre a ver que encuentro; si ahí hay alguien escondido, no quiero que me pegue un tiro y definitivamente si hay un muerto de esos no quiero que me agarre. Del lado norte hay tres casas; en la primera vivía un matrimonio de ancianos que tenían un hijo comisario de la policía ( no al que le saque la escopeta, ese era de la federal ) se fueron como el martes, el 28, si, cuando todo se cayó definitivamente, huyeron a ultima hora, deben haber compartido el mismo destino que la mayoría de las gentes que quedaron en esos grandes embotellamientos de trafico; corridas, gritos, pánico y muertos vivientes por todas partes. En fin, parece que se llevaron todo lo útil, comida, me parece que tenia un revolver, hasta sus dos perros enormes que tenían, comían como un regimiento; en su casa solo encontré medicamentos con prescripción, así que los dejé, pero me lleve una colección de revistas de la nacional geographic, unos ochenta volúmenes mas varios libros sobre caza y pesca; de la segunda casa, un bidón rojo con veinte litros de nafta, dos botellas de chivas y dos cartones y medio de L&M, no iba a caer en el vicio, pero como todo se fue al carajo poco importa; en la sala hay un plasma de 42  pulgadas y un equipo de sonido de la puta madre. Cuando revisé su casa el dos a la mañana, paso un grupito de esos; tuve que esconderme tras una puerta de chapas para que no me vieran, cuando se me pasó el susto, me di cuenta de donde estaba y que era, había cubierta por un plástico transparente una docena de plantas verdes de un metro veinte aproximadamente, se parecían bastante a plantas de marihuana, que digo se parecen, son plantas de marihuana; con que esa era la explicación a los gastos de mi vecino!, una moto nueva, los viajes todos los años a la playa; seguro que ya la palmó, los vivos de esa clase caían a penas se cruzaban con un muerto vivo, para levantarse poco después como uno de ellos, aunque no creo que le interesara mucho la plata, los viajes o la merca, ja!.